Pero al punto. El primero capítulo lo han titulado algo así como “La ciencia del razonamiento deductivo”. Uno naturalmente ante tal elocuencia exclama ¡oh! – en un ¡oh! interior, se entiende.- pero a medida que va leyendo se da cuenta que es lo que en anteriores posteos hemos clasificado como
Holmes es quien aclara: para ser un detective ideal se necesitan tres cualidades. Capacidad de observación, de deducción y conocimientos. Sobre este último punto en particular quiero enfocarme, pues en este volumen se comenta por vez primera sobre las famosas monografías que ha realizado Sherlock.
En ellas, por ejemplo, aclara las disimilitudes que existen entre las cenizas de los distintos tipos tabacos. “Saber la diferencia entre un lunkah indio y un Trichinopoly puede ser una pista de suprema importancia”, aclara el detective.
Con ciertos datos, como la ropa que lleva uno puesta o el polvillo que se almacena en la suela de su zapato, Sherlock es capaz de averiguar cual es su profesión e incluso algunas de sus costumbres. Sorprendente ¿no? Para quien lo niegue sería bueno que lo intentase. Tratar de averiguar quien es una persona sin mediar palabra.
Es un reto difícil, para muchos imposible; y me he puesto a pensarlo llevándolo a nuestros días. ¿Será que Holmes podría tener el mismo éxito en el Siglo XIX y en el XXI?
Es decir, la gente usualmente vive uniformada desde que nace hasta que muere. No salen de los jeans y las poleras cuando son jóvenes, y del traje cuando trabajan. Entonces, ¿cómo averiguar quienes son?
De las modas ni hablar, puesto que hasta el más alternativo compra su ropa en ‘falabella’ (Sin querer hacer publicidad, claro). Entonces antes el panadero era ezpañol, el relojero suizo y el huaso de Colchagua, pero ahora ya no existen esas ‘personalidades’. Todo es un todo. Un personaje igual a otro, mezclados. Buscando una diferencia, que por el mismo hecho de intentar ser diferente, se termina siendo igual al resto.
La ciencia de la deducción tiene un desafío importante en nuestros días. Un desafío grande. Es por eso que a veces me pregunto, ¿no?... ¿Qué habría sido de Sherlock en estos tiempos? Por cierto, no es que dude de sus capacidades, pero de verdad me pregunto si le hubiese acomodado un mundo exquisitamente monótono como este.