En Baker Street vive solo y aparte

“Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una de las buenas costumbres que nos quedan", reza el afamado poema del argentino J.L. Borges en su última estrofa, con la misma sinceridad que nos evoca un suspiro

Por cierto somos miles o tal vez millones, quienes tal como este poeta comparan el recordar a Sherlock, con esa grata sensación que nos inunda al contemplar la Luna. Una mezcla de satisfacción, sorpresa y admiración.
En este blog, no me gustaría más que rendirle un homenaje a mi ídolo literario. No tengo otra intención que la de comentar con algo de humor, algunos de los pasajes más sobresalientes del llamado Canon Holmesiano.
No es mi intención hacer precisamente crítica literaria, puesto que tengo una visión bastante particular respecto a los críticos. Sino más bien, ir revisando anécdotas de Holmes y su siempre buen amigo Watson, en un contexto general. Puesto que desde sus apariciones en el Strand Magazine, el gran detective ha influenciado a muchos otros en su modo de hablar, actuar y pensar.

Resumiendo, mi idea primordial es la de compartir con ustedes mi afición por la genialidad del célebre habitante del 221B de Baker Street, -y la del viejo Conan, claro- de una forma sutil. Ojalá logrando que se empapen con los textos de Doyle, y que se entusiasmen con tomar los volúmenes para leerlos por primera vez o para repasarlos.
Probablemente sea una intención muy optimista. Por ello me contentaré con lograr que recuerden al solitario empedernido de Baker Street, tan sólo, de tarde en tarde…